Humor a la colombiana
Confieso de todo corazón que no me ofende en lo más mínimo la dichosa foto publicada por Nicolette Van Dam. Para comenzar, tuve que buscarla en Google para saber cómo se escribe su nombre pues hasta ayer no tenía ni idea de quién es esta inteligentísima y culta mujer. Y es que es aquí donde empieza la larga cadena de zancadillas que nos hacemos los colombianos a nosotros mismos. Hacemos famosa a una vieja que hasta ayer nadie conocía fuera de Holanda, por la gran indignación que nos produce el que haya puesto a nuestros héroes nacionales de turno como objeto de una burla relacionada con la cocaína. Muy original ella. Y muy originales nosotros tildándola de bruta, de “claro, mona tenía que ser” y creándole un hashtag para ella solita. Muy originales haciendo el escándalo mundial por una de las burlas más antiguas en contra de los colombianos. No es la primera vez que pasa y si a usted no le ha pasado personalmente seguro ha oído más de diez veces la historia del colombiano en el exterior a quien le preguntan que si su papá es traficante, que si en Colombia todo el mundo es drogadicto y que si es verdad que la cocaína aquí es a peso. Esta mujer todo lo que hizo fue valerse de uno de los más clásicos estereotipos tal y como ayer, en pleno partido contra Costa de Marfil, hicieron todos los que gritaron “negro hijueputa” cada vez que le hacían una falta a Cuadrado (ese sí, un negro respetable, claro).
Mi punto es que no me ofende. No me ofende porque es un “chiste” que evidentemente parte de la absoluta ignorancia. Pero, en realidad, no me ofende porque no entiendo para qué nos indignamos. ¿Acaso ganamos algo con hacer que la vieja quedara “mal” mientras incrementábamos su fama a niveles mundiales? ¿De verdad queremos que nuestra Ministra de Relaciones Exteriores se dedique con tal esfuerzo a joderle la vida a una modelo como si no tuviera nada µás que hacer? ¿Realmente ella pierde algo renunciando a un título tan vacío como el ser Embajadora de buena voluntad de la UNICEF? Y lo que es todavía más cómico, ¿todos los que salieron a publicar en sus redes sociales toda su ira contra esta señora por recordarnos que una de las cosas por las que nos conoce el mundo es por cometer ilicitudes, hoy respetaron la ley seca, jamás en la vida se han metido nada y nunca tuvieron una cédula o contraseña falsa?
En fin, no me ofende, sobre todo, porque entre más nos ofenda más chiste hacemos de nosotros mismos. Es que me imagino lo siguiente: emisión de noticias en Finlandia, en Rusia, en Camerún o en la propia Holanda si quieren. Primera noticia sobre Colombia: colombianos enfurecidos por fotomontaje publicado por modelo en que sus jugadores del alma aparecen aspirando cocaína. Se hieren los sentimientos de una nación en que la producción y exportación de drogas ha financiado un conflicto interno que ha dejado miles de víctimas en los últimos 60 años. Segunda noticia sobre Colombia: ah! Si. Se nos olvidaba que también el triunfo de la Selección Colombia en Brasil dejó varios muertos y cientos de heridos. El chiste se cuenta solo. Los colombianos no nos podemos tomar un chiste, por hiriente que sea, en sus justas proporciones porque el chiste somos nosotros mismos y nos duele en lo más profundo del alma que una modelito nos lo recuerde.
PD: Para no dar lugar a malas interpretaciones quiero aclarar que me siento dichosa de tener a Falcao a James y a todos sus amigos como héroes nacionales de turno. Que creo que quienes no se permiten la catarsis (κάθαρσις) de dejarse llevar por la fiebre del mundial simplemente se niegan el placer de una de las terapias más antiguas del Universo, invento de nuestros goleados amigos los griegos. Y que Cuadrado es mi jugador favorito de la Selección.