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Una teoría sobre "La teoría del todo"

Tengo una teoría sobre La teoría del todo (The Theory of Everything), la película que nos cuenta la historia de amor entre Stephen Hawking y su primera esposa Jane. Mi teoría es que esta película efectivamente descubre o al menos nos cuenta una teoría sobre cuando alguien lo entrega todo. Por amor. Como Jane. Y como Jonathan, el segundo esposo de Jane.

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Para mí el tema de la película es ese. La historia de cómo una mujer le entrega los mejores años de su vida a un hombre, con todas las fuerzas de las que es capaz y con todas las renuncias que eso implica.  Y por eso dice que es más fuerte de lo que cualquiera supone, y hace suya la lucha de Stephen contra la enfermedad terminal y tremendamente incapacitante que lo aqueja. (“I know what you think. That I don't look like a terribly strong person. But I love him, and he loves me. We're going to fight this illness together”.) Y entre sus muchas renuncias está su renuncia a Jonathan, quien a su vez le entrega todo a ella mientras ella prefiere a Hawking por encima de él una y otra vez hasta que Hawking la deja a ella por una enfermera. C’est la vie. Et c’est l’amour parece decirnos esta Teoría del todo.

Una de las escenas que más me gustó es aquella en la que, ya al final le preguntan a Stephen Hawking que, ya que no cree en Dios, si acaso tiene una filosofía de vida que lo ayude. ("You have said that you do not believe in God. Do you have a philosophy of life that helps you?") En mi mente de quinceañera enamorada, en el tiempo breve que se demora Hawking en contestar, me imaginé que él respondía que su filosofía de vida era Jane. Que Jane era su ayuda. No sé. Cualquier cursilería por el estilo. Obviamente, porque esta es una buena película, nada de eso ocurre y la respuesta es muy pero muy distinta.

Pero en cualquier caso, como es natural, mi teoría sobre la Teoría del todo está completamente viciada por una idea que tengo desde hace mucho tiempo y es que las personas tenemos una tendencia a entregarnos a quien no se entrega por nosotros e ignorar al que sí lo hace. Siempre lo he puesto en términos naúticos; remamos detrás de uno que no está remando precisamente en nuestra dirección, alejándonos de otro que viene remando detrás nuestro. El síndrome Stephen-Jonathan, he decidido bautizarlo.

Además, como suele ocurrirme con todos los libros y películas, me metí en la historia más de la cuenta y entonces en este punto siento que yo también tuve mi Jonathan y también en algún momento decidí preferir a Stephen. Igualmente, estoy convencida de que también he sido el Jonathan de uno y el Stephen de otro. Ni modo. El punto de todo y la moraleja que decidí fabricarme a raíz de esa película es esa: pase lo que pase, sin importar cuánta vida haya pasado, lo importante es en algún punto remar en U y chocarse de frente con Jonathan.