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Ideas para regalar en el Día de la Mujer

No había vuelto a este espacio porque, muy sinceramente, empecé a sentir que no tenía sentido.  Ganó el “no” en el plebiscito por la paz, los gringos eligieron por presidente a un misógino, racista, xenófobo e inepto, mi adorada alma mater dio vía libre al ciber matoneo y despidió a una de las mejores profesoras que he tenido y alguien me dijo que el feminismo es discriminación inversa. ¿Qué efecto pueden tener mis palabras en un mundo que se rehúsa a cambiar?, pensé, y abandoné el ciberspacio.

Pero volví. Porque mañana es el Día Internacional de la Mujer y por primera vez en mi ya no tan corta vida alguien me hizo sentir que este día podía significar algo más que felicitaciones ridículas y frases cursis que solo perpetúan estereotipos sobre la feminidad. Me hablaron de una campaña llamada #MeComprometo que nos pide que, en lugar de flores y tarjeticas, le regalemos al mundo y, sobre todo, nos regalemos a nosotros mismos un compromiso con la promoción de una igualdad de género real (esa que no se queda en el papel o en la ley o en el simulacro).

La campaña nos pide que nos comprometamos a modificar acciones de nuestro día a día que surgen de y promueven estereotipos de género. Me hizo pensar en otra de las desilusiones de estos meses. En una conversación en Facebook me preguntaron que qué opinaba sobre la costumbre de que los hombres siempre deban pagar la cuenta. En muchas más palabras que estas, dije que me parecía una costumbre arcaica que surgía precisamente de la sociedad machista en la que vivimos que asume que el hombre debe demostrar su valor y su capacidad para proveer, que es una prueba de que el machismo también es dañino para los hombres y que es una costumbre que tiene que dejar de serlo. Y que para dejar de ser costumbre hay que poner la discusión literalmente sobre la mesa, que en cada cita la decisión sobre quién paga se hable y se decida según las particularidades de cada caso. Fácil. Pero varios de los hombres involucrados en la conversación dijeron que uy!, que qué difícil. Que ellos, feministas y todo lo que tú quieras, no pueden arriesgarse a que una mujer que no piense lo mismo que yo les haga fama de tacaños. Claro, pensé, como el machismo de mierda les cuesta mucho menos a ellos que a nosotras (así ellos terminen pagando la cuenta) pues a promover el feminismo cuando no les afecte mucho.

Sigo pensando lo mismo, no crean. Pero esta campaña me recordó que, precisamente porque nacimos, crecimos y habitamos una sociedad eminentemente machista, todos tenemos comportamientos machistas, incluso las más acérrimas feministas[1]. Y promover las causas de género cuesta, si no que lo digan los acusados de tacañismo. Pero nos cuesta mucho más seguir viviendo así. Entonces, hay un compromiso para combatir el machismo particular de cada uno de nosotros. Este es el mío:

Chimamanda 1.jpg

#MeComprometo a seguir desaprendiendo las enseñanzas sobre género con las que crecí, por mí, para ser más libre y menos vulnerable frente a lo que se espera de mi “como mujer”. Pero también para seguir aprendiendo y educándome sobre las diferentes formas de existir como mujer en el mundo para que mi lucha feminista responda también a los reclamos de mujeres con identidades, orientaciones y expresiones de género diversas.

Si me estiman pero, sobre todo, si se estiman a ustedes mismos, guarden esa flor y ese chocolatico para otro día y mejor regálenme y regálense un compromiso con la igualdad. Las personas geniales detrás de #MeComprometo nos dan un montón de ideas aquí. Por si acaso, estas son mis favoritas:

  • “Me comprometo a tratar a mis compañeras de trabajo como iguales”.
  • “Me comprometo a hablar del rendimiento deportivo de las mujeres y no de sus aspectos físicos”.
  • “Me comprometo a no celebrar los chistes sexistas”.
  • “Me comprometo a respetar las emociones de los hombres”
  • “Me comprometo a respetar la diversidad”
  • “Me comprometo a combatir los estereotipos según los cuales las mujeres son furiosas”

 

[1] Así que frescos, amigos del ejemplo de arriba, ustedes siguen siendo los "femicracks" de mi corazón. 

 

 

 

 

 

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